miércoles, 19 de abril de 2017

Donald Trump, Kim Jong Un y el riesgo de un error de cálculo nuclear.


Es posible que el presidente de EE.UU. cree que un primer ataque es una opción viable.

En 1950, una combinación entre malas palabras en Washington y un error de cálculo en Pyongyang condujeron al estallido de la guerra coreana. Ahora, mientras el mundo contempla la posibilidad de otra guerra en la península coreana, el peligro es que los gobiernos de EE.UU. y Corea del Norte vuelvan a calcular mal e inicien un conflicto.

Muchos historiadores remontan el estallido de la guerra de Corea a un discurso pronunciado por Dean Acheson en el National Press Club de Washington en enero de 1950. El secretario de Estado de EE.UU. habló sobre el “perímetro de defensa” en Asia y sugirió que Corea estaba fuera del perímetro. En Pyongyang, el líder de Corea del Norte, Kim Il Sung, tomó nota de la clara implicación de que EE.UU. no defendería a Corea del Sur. Cinco meses más tarde, sus ejércitos cruzaron el paralelo 38 e invadieron el sur. Pero Kim había calculado mal. EE.UU. luchó. La guerra de Corea costó cientos de miles de vidas, enfrentó en lucha directa a las fuerzas estadounidenses y chinas, y nunca ha terminado formalmente. Hasta el día de hoy, la paz en Corea se mantiene por un armisticio más que por un tratado de paz formal.

Donde el Sr. Acheson señaló la indiferencia, el presidente Donald Trump está demostrando determinación, prometiendo que EE.UU. detendrá el programa nuclear de Corea del Norte y sugiriendo que está preparado para tomar medidas militares preventivas.

Pero, una vez más, existe un claro peligro de que Corea del Norte actúe de manera impredecible.

El líder del país, Kim Jong Un, nieto de Kim Il Sung, ha abrazado el militarismo, aislacionismo y paranoia de su antepasado. Si el actual Kim concluye que EE.UU. está en condiciones de atacar a su régimen, estará tentado a atacar primero. Sus incentivos sólo se han incrementado con las historias en los medios de comunicación que sugieren que los planes de guerra estadounidenses incluirían un intento inicial de matar a los líderes de Corea del Norte.

La doctrina militar de Corea del Norte, como se ha expresado en ejercicios recientes, prevé el primer uso de armas nucleares para evitar la derrota o la destrucción. Jeffrey Lewis, un experto académico, escribió recientemente en Foreign Policy: “La estrategia de Kim depende de usar armas nucleares antes de que EE.UU. pueda matarlo o las fuerzas especiales puedan encontrar sus unidades de misiles. Tiene que ser el primero, si ha de atacar en lo absoluto”.

Aunque Corea del Norte todavía no ha desarrollado un misil nuclear que pueda golpear la costa oeste de EE.UU., podría tener misiles con capacidad nuclear que podrían golpear Corea del Sur o Japón. La capital de Corea del Sur, Seúl — que está a sólo 55 kilómetros de la frontera con Corea del Norte — definitivamente es vulnerable a un devastador aluvión de artillería convencional. Y Japón y Corea del Sur están muy preocupados por las armas químicas de Corea del Norte.

Las fuertes indicaciones del Sr. Trump de que EE.UU. está considerando un ataque contra Corea del Norte están diseñadas para presionar a China para “entregar” a su cliente en la península coreana. Esto podría funcionar. El gobierno chino está abiertamente alarmado por los acontecimientos en Corea del Norte y puede presionar a Pyongyang fuertemente. También es posible que el régimen de Kim esté más intimidado de lo que su arrogancia sugiere y podría congelar su programa nuclear.

Pero, aunque es ciertamente concebible que la estrategia belicosa de la administración Trump podría funcionar, es más probable que Corea del Norte no retroceda y que la estrategia de Trump por lo tanto, fracase. En ese caso, el presidente estadounidense se enfrenta a un dilema. ¿Puede la “muy poderosa armada” del Sr. Trump abandonar la península coreana habiendo fracasado? ¿Puede la administración presentar una intensificación de las sanciones económicas, posiblemente en conjunción con China, como la muy dura acción que ha prometido?

El Sr. Trump es capaz de cambiar desvergonzadamente su retórica y política. Por lo tanto, es ciertamente posible que simplemente retroceda sobre Corea del Norte, o acepte el estatus quo como el dramático cambio que prometió desde el principio.

Sin embargo, también es posible que el Sr. Trump se haya convencido de que un primer ataque en Corea del Norte es una opción viable. Cualquier conclusión de este tipo se opondría a un consejo militar estándar, que sostiene que es imposible “eliminar” el programa nuclear de Corea del Norte con una sola oleada de ataques y que, por consiguiente, Corea del Sur, Japón y las bases estadounidenses de la región, estarían expuestos a represalias.

El ejército estadounidense está muy consciente de los riesgos que implica un ataque en Corea del Norte. Por lo tanto, es alentador recordar que el general HR McMaster, el asesor de seguridad nacional del Sr. Trump, ha escrito un libro criticando a los generales estadounidenses por no dar consejos francos a los políticos durante la guerra de Vietnam.

Aunado a eso, existe el peligro de que el Sr. Trump — después de un caótico inicio a su presidencia — haya concluido que la acción militar es la clave de la imagen “ganadora” que les prometió a sus votantes. El presidente se vanaglorió de los aplausos bipartidistas que obtuvo por bombardear Siria. Dejó caer una enorme bomba convencional sobre Afganistán poco después y su hijo, Donald Jr., expresó su exultación en un mensaje de Twitter con un emoji de una bomba.

Hay miembros del círculo interno del presidente que de hecho creen que la administración Trump está considerando seriamente un “primer ataque” en Corea del Norte. Pero si Kim Jong Un ha llegado a la misma conclusión, él puede presionar el disparador nuclear primero.

Por Gideon Rachman (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved