martes, 27 de septiembre de 2016

Clinton y Trump chocan con insultos en primer debate presidencial.


WASHINGTON.- En su primer debate presidencial, marcado por drama y ataques personales, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump se enzarzaron en fuertes discusiones sobre la economía, el combate al terrorismo, o la controversia sobre dónde nació el presidente Barack Obama.

El consenso entre los politólogos es que, durante buena parte del debate de 90 minutos, Clinton mostró mejor dominio y preparación de los temas, mientras que Trump se mostró agitado y a la defensiva.

Todo fue amable al principio. Joe Raedle/Getty ImagesTodo fue amable al principio. Joe Raedle/Getty Images
Clinton generó risas cuando prácticamente usó las palabras de Trump en su contra y dejó que él se hundiera en contradicciones y falta de claridad sobre sus propuestas de gobierno.

Recibidos con fuertes aplausos en un auditorio de la Universidad Hofstra en Hempstead (Nueva York),  Clinton y Trump desde el inicio del debate quisieron marcar las diferencias en torno asuntos como la creación de empleos y la defensa de la clase media; el combate contra ISIS y la prevención del terrorismo en EEUU, o el proceso de reconciliación racial en este país.

Fue el primer cara a cara de Clinton y Trump en un momento coyuntural de la contienda, a sólo seis semanas de los comicios generales y mientras las encuestas, tanto a nivel nacional como en estados clave, prácticamente dan un empate técnico a ambos candidatos.

Según una encuesta nacional de la Universidad Quinnipiac,  Clinton aventaja levemente a Trump por un margen de 47% a 46%, mientras que un sondeo de la Universidad Monmouth le da una ventaja a la exsecretaria de Estado de 46% contra 44%.

A lo largo de 90 minutos sin interrupciones, el debate ante unas 1,100 personas en el auditorio y ante unos 100 millones de televidentes, estuvo dividido en seis segmentos centrados en el futuro de EEUU; la prosperidad económica y la seguridad nacional.


De principio a fin, el debate sirvió para reiterar las conocidas posturas de ambos sobre cómo fomentar el desarrollo económico en EEUU: Clinton prometió crear una “economía que funcione para todos”,  con medidas como una mayor inversión en empleos bien remunerados y matrículas gratuitas en universidades públicas.

Trump, por su parte, reiteró su postura proteccionista, su acusación de que México y China “roban” empleos, y su promesa de renegociar los acuerdos comerciales y reducir los impuestos.

Golpes y contragolpes
De hecho, el primer encontronazo de la noche fue sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre EEUU, México y Canadá, que Trump tachó de “defectuoso” y “el peor acuerdo jamás negociado” que causó la erosión de empleos.

Aunque empezó el debate bastante mesurado, Trump se mostró cada vez más agitado, con constantes interrupciones, resoplidos y sorbos de agua, e intentó poner a Clinton contra las cuerdas por apoyar inicialmente el TLCAN y otros medidas del gobierno.

El segundo punto de contención en torno a la economía fue el plan de Trump para reducir los impuestos para los ricos, y el de Clinton para aumentarlos.

El siguiente fue la continua negativa de Trump de divulgar su declaración de impuestos, alegando que lo hará cuando el Servicio de Rentas Internas (IRS) termine su auditoría. El IRS ha dicho que  no hay impedimento para que él divulgue el documento.

Trump condicionó la divulgación de sus impuestos a que Clinton divulgue los “33,000 correos electrónicos” borrados “deliberadamente” de su servidor personal.

Clinton replicó que quizá Trump tiene “algo importante o terrible” que ocultar: que no es tan rico o caritativo como argumenta, o busca esconder sus negocios, sus deudas, o el impago de impuestos.

Sobre el escándalo de los correos electrónicos, Clinton volvió a admitir que fue un error el uso del servidor personal, y que ahora haría las cosas de forma distinta.

Tensiones raciales
Al repasar el estado actual de las tensiones raciales en EEUU,  agravadas por la brutalidad policial, Trump se presentó como el candidato de “la ley y el orden” y responsabilizó a los demócratas por el “infierno” en el que presuntamente viven los afroamericanos y los latinos, cuyas comunidades están “diezmadas” por la criminalidad.

También volvió a defender la ampliación a nivel nacional de la práctica de detener y cachear a sospechosos –conocida en inglés como  “stop and frisk”- que fue declarada inconstitucional en Nueva York en 2013.

Clinton señaló que las tensiones raciales siguen siendo un reto en EEUU porque determinan dónde viven las minorías, el tipo de educación que reciben o cómo son tratadas en el sistema de justicia criminal.

Por otra parte, Trump volvió a acusar a Clinton de sembrar en 2008 la idea de que Obama no nació en Hawai, y que él obligó al mandatario a publicar su acta de nacimiento en 2011. Trump evadió explicar por qué siguió insistiendo en el asunto en los últimos cinco años.

Clinton le recordó a la opinión pública que Trump comenzó su carrera con una demanda en 1973 por discriminación en la vivienda, y que comenzó su contienda con una “mentira racista”.

En temas de política internacional, Trump negó rotundamente que alguna vez haya apoyado la guerra en Irak –incluso corrigiendo al moderador- y, a la defensiva, insistió en que tiene “mejor juicio y temperamento” que Clinton para asumir la presidencia, lo que provocó risas del público.

Además se regodeó de que ha recibido el respaldo del sindicato de los agentes de Inmigración y Aduanas, de la Patrulla Fronteriza, de almirantes y generales.

Curiosamente, aunque la seguridad nacional fue uno de los grandes temas, Trump no repitió su promesa de la deportación masiva y apenas mencionó la seguridad fronteriza.

Cuando Trump acusó a Clinton de carecer de energía, ésta destacó sus ataques misóginos –incluso contra la ex Miss Universo, Alicia Machado– y que ella, como secretaria de Estado, viajó a 112 países, negoció acuerdos, y soportó once horas de rigurosa audiencia ante el Senado sobre el ataque en la ciudad libia de Bengasi en 2012.