sábado, 10 de septiembre de 2016

11 de septiembre 15 años despues.


Quince años más tarde, el recuerdo de aquella fatídica mañana del 11 de septiembre de 2001 sigue viva en la memoria de los puertorriqueños.

El acto terrorista más grande en la historia de Estados Unidos segó la vida de alrededor de 3,000 personas, cuyos familiares aún sufren la pérdida de sus seres queridos. Al día de hoy, los ataques terroristas continúan cobrando vidas y propiedades, en Estados Unidos y en diferentes partes del mundo. La seguridad en los aeropuertos es más estricta desde entonces. Hasta se crearon agencias de seguridad a nivel federal que no existían antes de esa fecha. Casi 10 años después de los eventos, asesinaron a Osama bin Laden, líder del grupo terrorista Al-Qaeda, organización responsables del atroz evento.

Las imágenes de los dos aviones chocando contra las Torres Gemelas del Centro Mundial de Comercio (WTC, por sus siglas en inglés), las personas lanzándose al vacío, el derrumbe de ambos edificios con cientos de personas adentro, el olor a muerte y el polvo gris que cubría todo y a todos, los otros cientos que fallecieron en los aviones que se estrellaron en un campo en Pensilvania y otro en el Pentágono en Washington D.C., cambiaron la visión de mundo.

Puerto Rico sufrió la pérdida de aproximadamente 250 personas en los actos en la Gran Manzana.

La entonces gobernadora Sila María Calderón recuerda la “consternación total” que le causó ver en la televisión los atentados, mientras estaba en su oficina, adyacente al Salón del Trono, en La Fortaleza.

Recordó que tuvo retos, tanto para enviar personal de rescate a ayudar como financieros. De hecho, su equipo económico, compuesto por Antonio Flores Galarza como secretario de Hacienda, Ramón Cantero Frau del Banco de Desarrollo Económico, Melba Acosta como directora de la Oficina de Gerencia y Presupuesto, y Juan Agosto Alicea que presidía el Banco Gubernamental de Fomento, entre otros, estaban a pocos pasos de las torres.

“Fue consternación total. Alarma. Al principio no sabía que era un acto terrorista y no estaba consciente de que mi equipo estaba tan cerca de los edificios. Me pude comunicar con algunos, con otros no, pero finalmente supe que todos estaban a salvo”, recordó la exgobernadora en conversación con El Nuevo Día.


Recuerdos de un rescatista boricua en el 9-11
“Vi por televisión personas tirándose de las torres... una cosa terrible. Esa misma noche llamé al gobernador (de Nueva York) George Pataki, con quien consolidé una amistad y creo que fue esa noche, cuando le dije que había preparado un grupo de rescatistas, médicos, ingenieros y bomberos, y dos canes de búsqueda, que quería hacérselos llegar, que abriera el aeropuerto. Al otro día, un avión militar de la Guardia Nacional fue para allá”, agregó Calderón.

Indicó que se hizo una colecta en la que se recaudó $1.5 millones para ayudar a Estados Unidos y a los 10 días de los ataques, viajó a Nueva York y visitó familias puertorriqueñas en Bronx. Además fue la primera oradora en Wall Street luego de los ataques.

Calderón destacó que los atentados terroristas provocaron una “pequeña recesión”, lo que fue un “reto mayor” para su gobierno que buscaba reactivar la economía, especialmente en el área turística y de aviación porque se detuvo el tráfico aéreo y, una vez restablecido, la gente no quería viajar.

“Fue un momento único en la historia. Y ser gobernadora en ese momento, empezando el cuatrienio, y tener a la gente más brillante de mi equipo allá, causó  días de dolor y preocupación. Fue terrible. Hubo que desarrollar un plan para echar a caminar la economía otra vez. Ya en 2002, Puerto Rico estaba recuperado”, sostuvo la exgobernadora, quien ofreció incentivos a las líneas aéreas para que no recortaran vuelos ni despidieran empleados.

Confesó que, aunque viaja frecuentemente a Nueva York, no ha vuelto a la Zona Cero a ver el nuevo  One World Trade Center, que incluye un rascacielos y un museo de recordación de las víctimas.

Su secretario de Estado en ese momento, Ferdinand Mercado, recordó  que participaba de una reunión de “staff” en el Departamento de Estado, cuando su secretaria le dice lo que estaba ocurriendo.

“Nos quedamos impactados. No sabíamos hasta minutos después que eran ataques hasta que pasó el segundo avión. Inmediatamente establecimos comunicación directa con Fortaleza y la Gobernadora. Comenzó la coordinación con la Policía, la Guardia Nacional, las comunicaciones con el gobierno de Nueva York, con los congresistas puertorriqueños”, narró Mercado.

Manifestó que se establecieron conferencias a nivel de seguridad y, aunque no entendían que había un peligro inminente en la Isla, tomaron medidas “extraordinarias”.

Tan pronto fueron obteniendo la identificación de las víctimas, comenzaron a hacer los arreglos para establecer contacto con las familias afectadas, tanto los puertorriqueños en la Isla como afuera,  para “tratar de minimizar el impacto, atender a personas que se sentían abatidas, poder establecer vínculos”.

 “No recuerdo cuántas fueron las víctimas, lo más que recuerdo fue el impacto directo, el correcorre para identificar a personas afectadas y darles ayuda inmediata, el impacto sobre la democracia, darle continuidad al gobierno, organizar a los rescatistas. Fue un momento dramático que es difícil de olvidar, pero desagradable de recordar. Ya poco a poco se ha ido un poco, pero no olvidando, sino difuminando aquel momento y lo recordamos a la distancia”, puntualizó.

Rescatista en Ground Zero. El 12 de septiembre de 2001, el rescatista Nino Correa salió con un grupo en un avión militar en un viaje que tomó 18 horas para llegar hasta Nueva York para ayudar en las labores de rescate  en la zona impactada.

“En un momento dado, éramos el único avión volando sobre territorio estadounidense”, recordó el actual director de Búsqueda y Rescate de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (Aemead).

Recuerda que eran 50 personas de Puerto Rico, además de tres canes especializados en búsqueda de vivos y muertos. Curiosamente, 35 de ellos recibieron adiestramiento de rescate urbano por parte de un grupo de Nueva York luego de la explosión de Río Piedras en 1996. El mismo era dirigido por Denis Mojica. Él y otros cuatro rescatistas fallecieron en medio del rescate de personas de uno de los edificios, ya que quedaron atrapados.

 “Fue bien cuesta arriba. Estuvimos 10 días allí pero empezamos a trabajar al cuarto día de llegar. Había una aprensión de los grupos que llegaron de distintos estados, no se permitía la entrada de ningún grupo de rescate”, destacó Correa.

Al principio ayudaron llenando cubos con escombros que pasaban de mano en mano, que empezaban vacíos y terminaban llenos. Djjo que eran filas “larguísimas” realizando la labor. Así, fueron “colándonos y acercándonos cada vez más”.

“En un momento dado, uno de los muchachos escucha que están solicitando un perro para verificar un área. Le dice que nosotros teníamos uno disponible. El encargado del can les dijo que el perro, Thunder, trabajaba si dejaban entrar al grupo de puertorriqueños.   Ahí nos dejaron entrar a un área.  A Thunder solo le faltaba  hablar. Encontró un dedo y otras partes en otros sitios que le solicitaron.  Encontraba pedazos. Cuerpos como tal en su totalidad no llegamos a trabajar”, señaló Correa, quien dijo que eran transportados en guagua y llevaban la bandera de Puerto Rico, y la gente les gritaba agradecidos por estar allí ayudando.

 “En un momento dado yo me decía: ‘Dios mío, ¿qué yo hago aquí?’ Impresiona muchísimo ver un montón de escombros y todo era gris. Son imágenes que se quedan contigo para toda la vida... Ahora estamos más seguros y más claros de cómo reaccionar y cómo responder”, agregó.