martes, 12 de abril de 2016

KOBE a un juego del Adios... la risa que dijo más que mil palabras.


OKLAHOMA CITY – El sentir del público se hizo cada vez más ensordecedor en el túnel de vestuario del Chesapeake Energy Arena de Oklahoma, entre la entrada al vestidor de Los Angeles Lakers y el pasillo que lleva a la duela. Aunque todavía no se le viera, Kobe Bryant se estaba acercando. El encuentro que venció el Thunder acababa de concluir (112-79). La intensidad de los vítores crecía hasta que la tribuna más cercana explotó a base de gritos, indicación suficiente para que los operadores de cámara que se apostaban alrededor de la posición del que suscribe apuntaran hacia la boca del túnel. Kobe ya estaba cerca.

De repente, apareció el séquito de filmadores y técnicos de sonido que están grabando el que será el segundo documental sobre su figura. Siempre que se les ve es porque Kobe está ahí. También corrió el fotógrafo oficial de los Lakers, quería la mejor toma de su entrada en el vestuario. Acto seguido surgió Kobe, con el hombro derecho vendado para soportar la bolsa de hielo que calmó sus dolores durante el cuarto periodo. Fueron tantos los juegos en los que la Mamba Negra apareció de esa guisa que la estampa es de lo más habitual.

Al entrar, su rostro mostró el entusiasmo propio del que se acaba de dar un baño de masas a modo de despedida en uno de los estadios más atractivos de la NBA. No importa cuántas veces lleve a cabo el enésimo ritual de su adiós, la sensación siempre es igual de satisfactoria. Me miró y en un perfecto español dijo:

“Uno más”.

Kobe pronunció esas dos palabras acompañadas de una bocanada de aire que le salió de lo más profundo del alma.

“Uno menos”, le repliqué mientras se perdía en silencio hacia la entrada al vestidor.

Con el partido ante Oklahoma, Kobe puso punto y final a la gira de tres juegos que previamente le llevó a Nueva Orleans y Houston. Se trató de su último viaje como jugador profesional. A partir de ahora no agarrará más aviones como estrella de la NBA. El tercer máximo anotador de la historia de la NBA no tendrá que volver a decir hasta luego a sus hijas. Antes de emprender este tour, les hizo una promesa que cumplirá a rajatabla:

“Será la última vez”.

Sus palabras están grabadas en piedra y nada ni nadie será capaz de cambiar el transcurso de la historia. Llegó el momento para Kobe. A partir de ahora ya sólo le queda un día y medio para pensar en cómo va a saborear su adiós definitivo el miércoles ante Utah Jazz en el Staples Center. Lo que pase entonces no lo sabe ni él. Su estado de ánimo es el de una persona que vive el momento, que disfruta el presente con toda la intensidad que las circunstancias le están brindando. Tras esta gira quedó clarísimo el cariño que se le tiene allá donde va. Nosotros deberemos hacer lo mismo, simplemente esperar a que llegue el miércoles y observar, presenciar y mimetizarnos con un momento que pasará a la posteridad. Y después, a descansar, porque hay una gran parte de Kobe que está deseando que todo esto se acabe.

“Estoy esperando en momento de poder descansar un poquito, de ir a la playa”, confesó a ESPN Digital ya en la rueda de prensa. Otra pequeña dosis de aire a modo de suspiro se marchó a través de su sonrisa.

Y entonces llegó el momento de preguntarle por Russell Westbrook, del que ha dicho que es el jugador más atlético contra el que se ha enfrentado, de indagar un poco en cuántas veces le intentó convencer para que firmara por los Lakers.

“Esa pregunta no la puedo responder”, afirmó evasivo, pero bromista. Sin contestar pero diciéndolo todo, porque si hay algo que Kobe siempre ha deseado ha sido el poder pasarle el testigo de los Lakers a su jugador en activo preferido. Su no respuesta provocó que un periodista estadounidense intuitivo le instara a que contestara en inglés.

“No hablo inglés….”, afirmó en español.

Y de la misma manera evasiva, Kobe prefirió torear de nuevo a la cuestión de si no le apenaba no poder dejar a los Lakers en buenas manos con su marcha.

“No hablo español”.

De golpe y porrazo olvidó a su conveniencia para no hablar de un tema sensible que desnuda muchos aspectos, entre ellos, la incapacidad de la directiva para crear un equipo medianamente competitivo para Kobe y para la era post-Kobe. Y es que el futuro no pinta bien. Aunque el espacio salarial sea mayor gracias al nuevo convenio, los jugadores más jóvenes aún no han sabido demostrar que tienen pasta de campeones, y esa es condición 'si ne qua non' para atraer a agentes libres de envergadura.

El escolta prefirió no embarrar la placidez de su adiós con algún comentario fuera de tono que hubiera dolido a directiva o incluso a algún compañero suyo. Mejor callar y utilizar los idiomas a su conveniencia.

“Gracias, Kobe”, le señalé cuando finalizó su comparecencia.

“De nada”, respondió.

Entonces se llevó las manos a la cabeza y volvió a sonreír mientras se marchaba.

“¡Oh, mira, hablo español!”, sentenció echándose las manos a la cabeza en tono jocoso.