jueves, 22 de octubre de 2015

El relevista de Mets, Jeurys Familia, primero amó al baloncesto.


NUEVA YORK -- Igual que cuando Carmelo Anthony está en la línea de tiros libres en el momento de la verdad --bueno, mejor digamos LeBron James-- el dominicano Jeurys Familia respira y toma su tiempo antes de realizar su próximo lanzamiento cuando está en la lomita.

Créanlo o no, el cerrador de los Mets de Nueva York, que se crió en Boca Chica, estaba siguiendo los pasos que hoy día toman muchos jóvenes en los Estados Unidos, identificándose más con la cancha y los estelares de la NBA que con el diamante y en su caso, el sinnúmero de dominicanos que han logrado el sueño de llegar a las Grandes Ligas.

“Siempre desde niño me gustaba más el baloncesto que la pelota. Yo jugaba baloncesto de los nueve hasta los 15 años cuando empecé a jugar beisbol”, aseveró Familia la tarde del domingo antes de salvar la victoria 4-1 sobre los Cachorros de Chicago en Juego 2 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional que fue celebrado en Citi Field.

“Yo empecé a jugar pelota pero no me llamaba la atención. No me gustaba tampoco. Pero cuando vi la mayoría de los peloteros dominicanos triunfando en Grandes Ligas y el éxito que tenían, fue algo que me llamó la atención”, continuó el pitcher de los campeones divisionales del Este. “Quise intentarlo y dar lo mejor de mí. Gracias a Dios me dieron la oportunidad y cuando firmé en 2007 fue algo que me dio la oportunidad de poder llegar a ser alguien como un David Ortiz, como un Pedro Martínez. De ahí le cogí el amor a este deporte”.

En su segunda temporada completa en las mayores, Familia aceptó el reto que le propuso el dirigente Terry Collins cuando el cerrador original de la novena neoyorquina y su mejor amigo, Jenrry Mejía, primero reportó dolores en el codo derecho mientras calentaba para lanzar en juego de apertura de 2015 y cinco días después recibió la primera de dos suspensiones esta temporada por dar positivo al consumo de substancias prohibidas.

En lugar de prepararle la mesa a cualquier otro candidato que Nueva York hubiese considerado a largo plazo, Familia trotó por primera vez al día siguiente de que Mejía fue suspendido y salvó el primer juego de los 43 que obtuvo.

En un nuevo escenario donde cada aparición en la loma carga un tipo de presión apta para pocos cerradores, Familia se ha manejado con serenidad y ha mantenido un dominio de sí mismo al igual que King James cuando está a punto de lanzar el balón.

Familia lanzó una entrada y un tercio cuando salvó y selló victoria del primer partido contra los Dodgers de Los Ángeles en la Serie Divisional. El relevista entonces pitchó una entrada en blanco en cada una de sus próximas dos apariciones antes de tomar la pelota en el quinto y decisivo partido de la serie para impulsar a los Mets hacia la Serie de Campeonato, lanzando dos entradas sin permitir una carrera mientras que ponchó a dos bateadores.

La noche del sábado en el Juego 1 contra los Cachorros, Familia entró al duelo en la octava entrada y permitió un sencillo, un boleto y ponchó a un bateador en una entrada y dos tercios para conseguir su tercer rescate de los playoffs.

Entrando al segundo partido de la Serie de Campeonato con una ventaja de 4-1 en la novena entrada, Familia parecía muy tranquilo, un aspecto de su personalidad que en tan sólo seis meses desarrolló.

Familia, que comparte la marca de juegos salvados en la temporada regular con su compatriota Armando Benítez, entonces salvó su cuarto partido de los playoffs, rompiendo el récord que había sido compartido por Benítez, Tug McGraw y Billy Wagner.

“En mi mente pienso que soy el único que está ahí. Que si yo tiró la bola no va a pasar nada y creo que esa es una de las cosas por qué yo siempre estoy calmado”, dijo Familia.

“Siempre pienso que si yo no tiro lo bola, no hay juego. Me puedo tomar mi tiempo. Pienso para no equivocarme y es una de las cosa por qué estoy calmado en el juego”, concluyó.