WASHINGTON. La muerte la noche del martes en Baton Rouge (Luisiana) de un hombre negro a manos de policías blancos ha reabierto la herida racial en EE.UU., con protestas que reclaman el fin de la violencia policial contra la comunidad afroamericana.
“Esto es un linchamiento legal. La justicia debe prevalecer”, afirmó en su cuenta de Twitter el reverendo Jesse Jackson, icono del movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos durante la década de los años 50 y los 60 del siglo pasado.
De esta forma, Jackson se hizo eco de las protestas, la rabia y la indignación que han seguido a la muerte de Alton Sterling, un hombre negro de 37 años, padre de cuatro niños y que anoche sufrió un enfrentamiento con dos policías blancos, un suceso que será investigado por el Departamento de Justicia y el FBI.
“El Departamento de Justicia recolectará todos los hechos y evidencias disponibles para llevar a cabo una investigación imparcial, exhaustiva e imparcial”, dijo a Efe David Jacobs, uno de los portavoces del Departamento de Justicia.
En concreto, la división encargada de examinar el caso será la de derechos civiles, que se dedica a investigar prácticas racistas y ya se hizo cargo de la muerte en agosto de 2014 del joven negro Michael Brown en Ferguson (Misuri), así como del fallecimiento de Freddie Gray en Baltimore (Maryland) en abril del año pasado.
El enfrentamiento entre Sterling y los dos policías fue grabado con el teléfono móvil de un testigo.
El video, difundido en las redes sociales y televisiones, muestra a dos agentes blancos que tiran al suelo a Sterling y, una vez lo tienen completamente inmovilizado, uno de ellos saca lo que parece ser una pistola, la coloca en el cuello del fallecido y se oyen tiros mientras la cámara se aparta de la escena.
En la secuencia, justo cuando la cámara se mueve, se oye una voz que grita: “¡Tiene un arma, un arma!
“Tengo preocupaciones muy serias, el video es inquietante cuanto menos”, subrayó hoy en una rueda de prensa el gobernador de Luisiana, el demócrata John Bel Edwards, que urgió a la población a mantener la calma y, además, pidió a los líderes comunitarios y religiosos que ayuden a la ciudad a seguir unida.