Nueva York- Había estado perdido por cuatro días, de acuerdo a su familia. El miércoles, sin embargo, encontraron el cuerpo de Roberto Arvelo Jr. sin vida y separado de su cabeza, en East Harlem.
Arvelo, de 51 años, residía en el Lower East Side, pero su madre y su padrastro viven en las Carver Houses, en la calle 102 Este. Ahí fue descubierto a las 9 a.m., entre arbustos del complejo de viviendas públicas.
La policía les explicó a sus parientes que creen que Arvelo se suicidó, saltando desde el techo del edificio, el cual tiene quince pisos. Las autoridades recuperaron el cadáver y también su cabeza. Los investigadores creen que Arvelo fue decapitado al caer, probablemente cuando su cuerpo chocó con andamios presentes en una construcción en la zona. De hecho, fue un constructor el que descubrió el cadáver.
Sin embargo, algunos de sus parientes no creen en la teoría del suicidio. “(La policía) dice esto porque su trabajadora social dijo que estaba deprimido”, explicó su cuñada Bárbara Rey al Daily News. “La posición donde fue encontrado, era como si lo hubieran lanzado a una esquina… Demasiado cerca del edificio. ¿Cómo podría caer ahí si saltó?”.
El hermano del difundo, Will Arvelo, sí cree lo que plantea la policía. “Eso es lo que yo creo, pero hasta que se haga la autopsia, no sabremos”, explicó.
De acuerdo a los parientes, Arvelo creció en East Harlem y luchó contra las drogas por gran parte de su vida. Este problema lo llevó a pasar mucho tiempo en prisión -16 años por delitos vicnulados al narcóticos-, de la que fue liberado en junio de 2013. En general, no había consumido nuevamente, pero recientemente habría recaído. Estaba bajo ayuda por adicción y otros problemas de salud mental.
Su madre, la última en verlo, dijo que no notó nada especial en él que pudiera relacionar con el suicidio ese sábado en la mañana, cuando debía acudir a una sesión de consejería. El domingo, cuando nadie supo de él, la familia se empezó a preocupar.
Jessica Arvelo, su hija, dijo al Daily News que el hombre tuvo dificultades para adaptarse a la vida fuera de prisión, sin embargo también pudo usar su tiempo para recomponer la relación entre ellos. “Yo y mi padre estábamos recién comenzando a conocernos”, explicó Jessica, de 32 años. “Él había estado encerrado la mayor parte de mi vida. Debería haber pasado más tiempo con él”.