LOS ÁNGELES -- Tuvo que pasar mucho tiempo, demasiado, para que Portland Trail Blazers superara una ronda de playoffs. Sin embargo, bastó una mínima expresión temporal, un pestañeo, un suspiro fugaz, para que la franquicia le haya dado un portazo al pasado con el fin de escribir un presente marcado por la heroica.
¿Acaso hay mejor manera que ésta para comenzar a construir el futuro?
En 14 años y seis apariciones en playoffs, los Blazers cayeron eliminados a las primeras de cambio. La ronda inicial fue un muro infranqueable para el plantel menos exitoso de la liga en la postemporada, y durante casi tres lustros los tropiezos fueron más numerosos que los pasos adelante.
Pero esta época de sin sabores quedó reducida a una nada de nueve centésimas, al todo de un triple mágico y cargado de éxtasis. Porque así se levantó el público, extasiado, cuando Damian Lillard recibió, midió y encestó la canasta ganadora en una franja temporal ridícula e irrisoria. El respetable se puso en pie al unísono, con la levedad del alivio de estar viviendo el momento más exitoso de su equipo desde el año 2000.
Y en el centro del revuelo incontrolable permaneció un joven de apellido Lillard que ya tiene un hueco en la historia de la NBA. Sus 23 primaveras ensalzan todavía más su figura luego de haber anotado la canasta más importante de su corta carrera. Porque el Novato del Año en 2013 necesitaba otra machada para consagrarse, otra temporada al más alto nivel para que ni su juego ni su figura se perdieran en el olvido. Bastaron nueve centésimas para fruncirle el ceño a Dwight Howard y doblarle la barba a James Harden, menos de un segundo en el que Lillard coló el esférico con una precisión milimétrica.
El armador está disputando los primeros playoffs de su carrera y está empeñado en revolucionar el estado de inopia en el que se encontraba su equipo. Sus números delatan a una estrella potencial, comparable a LeBron James o Michael Jordan, y es que en 35 años, sólo ellos lograron una marca de más de 25 puntos, cinco asistencias y cinco rebotes en los primeros cinco juegos de su debut en playoffs. Lillard acumula 25.3 ppj, 5.2 apj y 6.2 rpj en seis partidos.
El joven base guarda un descaro propio de las personalidades resolutivas, de aquellos que atraen masas por su carisma. Tras darle el partido y el pase a la segunda ronda de playoffs a Portland, Lillard agarró el micrófono del Moda Center y coreó el sobrenombre con el que se conoce a la ciudad, 'Rip City'. Como si todavía no se hubiera metido a la multitud en el bolsillo.
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