NUEVA YORK. El dominicano Carlos Pérez, es uno de los sobrevivientes de la tragedia de Harlem, originada por la explosión de dos edificios con saldo oficial hasta ahora de ocho muertos y decenas de heridos, se quedó sin apartamento y está viviendo en una fábrica de pianos en la que trabaja desde hace varios años en El Bronx.
Agradece a Dios haber salvado la vida.
Pero quedó desamparado al perder el apartamento destruido por el derrumbe. Duerme en la fábrica de pianos "Bethoven" en El Bronx, donde trabaja, después que rehusó ir a un refugio de la ciudad, porque hay muchas personas con mayores necesidades que él. Llegó a Nueva York hace casi 30 años.
"La lección que me dejó esta tragedia, es la de que uno nunca debe apegarse a lo material y que en segundos, le pueda cambiar la vida a una persona", dijo Pérez.
El miércoles 12 de marzo, día de las explosiones, Pérez planeaba salir a trabajar a las 10:00 de la mañana, pero "una cosa" lo empujó a salir de su apartamento antes de las 9:30, hora del estallido de los edificios.
"Me tiré de la cama, lo que casi nunca hago, me bañé rápido y me fui", relató el dominicano sobreviviente.
La llamada de un amigo, le dio la fatídica noticia, cuando estaba llegando al trabajo.
Tiene el problema de que el contrato de alquiler (leáse) del apartamento destruido, no estaba a su nombre, sino del amigo con el que lo compartía y quien salió cinco minutos antes de las explosiones.
Pero la buena noticia para Pérez, es que el alcalde Bill de Blasio, prometió dar apartamentos a todos los damnificados, sin importar a nombre de quien estuviera el contrato de alquiler.
La condición principal es la de que los inquilinos afectados, prueben que vivían en los edificios colapsados.
Una de las preocupaciones de Pérez, es la de que su esposa e hijos de 3 y 11 años, llegarán a Nueva York desde la República Dominicana en los próximos cinco meses y debe tener donde recibirlos y convivir con su familia.
El dominicano dijo que siempre se ha dedicado a trabajar y que nunca había pedido a las autoridades de Estados Unidos.
Espera que se le reconozca el mínimo derecho a tener una vivienda digna, con una renta que pueda pagar, para garantizar la estabilidad de su familia.
"Le doy gracias a Dios cada día, por haberme dejado morir en esa tragedia", sostiene Pérez, de 48 años de edad, quien residía con un amigo en uno de los apartamentos del edificio 1046 de la avenida Park y la calle 116, que colapsó en la explosión.
El, es un de las 200 personas, entre las que hay 116 adultos y 84 niños que se quedaron sin vivienda, por lo que pide la ayuda de las autoridades para que le consigan un apartamento.
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