La situación que ha estado viviendo Venezuela es una verdadera pena. El fenecido Hugo Chávez logró el poder como parte del deterioro político de esa nación. Es decir, que él mismo era una consecuencia directa de ese deterioro. Es probable que a Chávez lo termine salvando su propia muerte, pues serán sus herederos políticos los que tendrán que responder por lo que está pasando.
Una nación rica sumida en la pobreza, en la escasez, en la violencia y la delincuencia. Es una verdadera pena que este sea el cuadro de esa nación sudamericana con la que compartimos el Caribe. En nuestro caso esos vínculos han llegado más lejos, pues no sólo compramos el petróleo a Venezuela, sino que también hemos terminado siendo socios en la Refinería Dominicana de Petróleo (Refidomsa).
El país está profundamente dividido, pese a que los chavistas han estado ganando los procesos electorales. Pero es obvio que no se gobierna sólo para los que votan para ganar el poder, sino para toda la nación, y al parecer es lo que no han sabido hacer los chavistas. Con su discurso desfasado han mantenido bajo zozobra a Venezuela. Las manifestaciones callejeras son una expresión viva de lo que está pasando en ese país, cuyas protestas ya se han expandido por donde quiera que existan grupos de venezolanos viviendo, muchos de ellos huyéndoles a la situación de su país.
El apresamiento del dirigente opositor Leopoldo López es un acto ridículo que sólo abona en la dirección de descalificar al gobierno que encabeza el presidente Nicolás Maduro, quien cada vez se muestra más incapaz de gobernar a los venezolanos. Sus desaciertos parecen estar chocando incluso con algunos sectores militares, quienes no acataron la orden de acuartelamiento.
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