SANTO DOMINGO. En marzo de 1991, Pascual Pérez llegó en una "Limo" al estacionamiento de los Yanquis de New York en Fort Lauderdale y con su pecho descubierto y forrado con gruesas cadenas de oro nos dijo: "En República Dominicana hay tres mayimbes: Balaguer, Villalona y Yo".
El colega Roosevelt Comarazamy y el suscrito habíamos visto llegar al poderoso millonario George Steinbrenner, dueño del equipo en un pequeño Cadillac blanco y a Cutá en una limosina que no cabía en el estacionamiento.
Ese fue el Cutá Pérez que conocí en Grandes Ligas y en la pelota dominicana. Un muchacho grande, que se vio envuelto en un sinnúmero de problemas fuera del terreno de juego que acortaron su carrera.
Pascual Gross Pérez nació el 17 de mayo de 1957 en Nigua y ayer en su patria chica fue asesinado por el tsunami criminal que nos azota.
Los Pérez es una familia de lanzadores encabezados por él y seguido por Mélido, Darío (EPD), Vladimir, Carlos y Valerio, que le dieron un color y un calor diferente a este pasatiempo.
Pascual tuvo como tarjeta de presentación en los diamantes su magistral control con el cual dibujaba las esquinas del pentágono, como si fuese Picasso haciendo trazos en un lienzo.
Su vida desordenada cortó su carrera, debido a los problemas de drogas en que se vio envuelto y por los cuales los comisionados Bowie Kuhn en 1984 y Fay Vincent en 1992 lo suspendieron.
En 1992, cuando llegó al campo de entrenamiento de los Yanquis en Fort Lauderdale desafió al comisionado Fay Vincent y lo acusó de manipular las pruebas.
En el dispositivo de la suspensión indicaba que "Pérez es suspendido por violar la política antidroga en el béisbol".
Pérez respondió acusando a Vincent de racismo.
Fui testigo cuando Monchín Pichardo, presidente del Licey, hizo las gestiones para que Cutá lanzara.
Una mañana, Cutá llegó a las oficinas de Monchín y le dijo: "Tengo el béisbol en mi sangre. Sólo quiero jugar. Se qué he hecho y qué no he hecho".
La respuesta del comisionado fue que tenía que hacerse la prueba en New York, pero no le daban la visa, mientras otros confesos consumidores de drogas seguían recibiendo la oportunidad, como Steve Howe, Dwight Gooden y Darryl Strawberry.
Los "Cutás", hijos de Juan Pablo Gross (Chicho) adoptaron en el béisbol el apellido Pérez de su madre Agripina, toda una matriarca en Nigua.
La filosofía de Chicho Gross cuando los enroló en el béisbol y en especial en el pitcheo, era que si podían ponchar a alguien con un coco, con una pelota era más fácil.
Eso hizo de Cutá Pérez un lanzador de poder, con una curva mortífera, la mejor prenda de su repertorio fue el control.
Firmado el 27 de enero de 1976 por Howie Hack para los Piratas de Pittsburgh, el primer uniforme que vistió fue el de Bradenton en la Liga del Golfo, donde tuvo récord de 2-5, 4.66.
Cutá Pérez fue toda una celebridad en Atlanta, todo lo que hacía le era celebrado, como cuando se perdió en un Express Way.
El Atlanta Journal Constitution lo definía de esta manera: "Pérez rondea el montículo como una hiena incansable y cada lanzamiento es acompañado por una lluvia de gestos, muecas y gemidos".
En la Liga Dominicana vistió las franelas de Águilas Cibaeñas y Licey.
De Pascual Pérez se podrían escribir cientos de anécdotas de su vida personal, es un capítulo que la máscara de la muerte se lo llevó en paz.
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