Miami hizo erupción con la aplastante victoria alcanzada el jueves por los Heat sobre el Thunder de Oklahoma City para conquistar su segundo campeonato ante de la NBA, con caravanas de aficionados que recorrían las principales avenidas de la ciudad y gritos de jubilo emanados desde los hogares y los locales comerciales donde el juego fue ávidamente seguido.
Fuegos artificiales se escucharon en algunos puntos de la ciudad minutos después que el reloj marcara el final del partido que ganó el equipo de Miami con una ventaja de 15 puntos, mientas que miles de personas comenzaron a congregarse en algunas de las más céntricas avenidas de la ciudad para festejar, haciendo sonar cacerolas y pitos.
Varias docenas de personas se congregaron en las afueras del emblemático restaurante Versalles, bandeando banderas del equipo, mientras gritaban: “Let’s go Heats, Let’s go Heats, Let’s go Heats”.
Los gritos eran acompañados por cientos de vehículos que pasaban por el lugar y que manifestaban su alegría tocando las bocinas, mientras que una veintena de efectivos de la policía custodiaban el lugar.
Desde el estadio eran miles de personas las que se encontraban celebrando, muchas de ellas habían presenciado la víctoria del rescinto pero otros venían a festejar desde sus casas, esgrimendo trofeos de cartón y copias recien impresas de El Nuevo Herald declarando a los Heats como “Reyes”.
Los aficionados llegaron con lentitud a Scotty’s Landing, en Coconut Grove, pero las calles de Cocowalk estaban llenas de gente, mientras esperaban el desenlace del partido.
“Me subí a la cerreta”, comentó George García, 39, un empleado del departamento de Aguas Sanitarias del Condado de Miami Dade.
A poca distancia de allí, los aficionados permanecían con la mirada puesta sobre las pantallas de televisión en los restaurantes Mr. Moe´s y Lulu’s, mientras que los gritos de alegría se escuchaban desde Fat Tuesday.
Los aficionados que miraron el partido desde el Midtown Sports Bar se volcaron de inmediato sobre la calle con sartenes cacerolas para festejar, bajo el sonido de los fuegos artificiales y las bocinas de las caravanas.
Pero algunos aficionados leales se quedaron dentro del establecimiento para mirar la entrega de los codiciados anillos de campeones a los integrantes del equipo. La mayoría de los aficionados dijeron sentir un gran orgullo por Lebron James.
“Significa mucho sabes que Lebron tomó la decisión de venir aquí y que ganaron”, dijo Roberto Labour. “El sabía lo que quería y sabía lo que se necesitaba para ganar un anillo”.
El Nuevo Herald
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