Tras 112 días del lockout patronal, las partes siguen en desacuerdo en torno a dos asuntos principales: la división de los ingresos y la estructura del sistema de tope salarial. Y ese jueves, no hubo avances. "A fin de cuentas no pudimos salvar la brecha que separa a ambas partes", se sinceró Adam Silver, subcomisionado de la NBA. "Entendemos las ramificaciones del punto en que nos encontramos. Estamos entristecidos en nombre del juego".
Derek Fisher, presidente del sindicato, agregó que los jugadores se han percatado de las repercusiones del estancamiento. "Esto no se hace por ego, de ninguna manera", señaló. "El sustento de mucha gente está en riesgo aparte de nosotros".
Sin un acuerdo, el comisionado David Stern probablemente decidirá que deben cancelarse más partidos. Se suponía que la temporada empezaría el 1 de noviembre, pero ya se han cancelado todos los juegos hasta el 14 de noviembre, 100 en total, lo cual le cuesta a los basquetbolistas aproximadamente 170 millones de dólares en salarios.
"Ojalá podamos regresar a la mesa (de negociaciones), pero ciertamente (fue) un día duro, un día muy duro", comentó Peter Holt, presidente del comité de relaciones laborales y propietario de los Spurs de San Antonio.
Previamente cada parte había propuesto recibir 53% de los ingresos relacionados al baloncesto después de que los jugadores tenían garantizado el 57% bajo el contrato colectivo previo.
Silver dijo que la liga propuso formalmente el miércoles una distribución equitativa de 50% para cada parte, y el sindicato redujo el jueves su exigencia de 53% a 52,5%. Al preguntársele si los jugadores se bajarían a la mitad del total, Holt señaló que no pensaba que ello fuera un salto tan grande, pero que el sindicato sí lo pensaba. Agregó que la liga no iría arriba del 50% "hasta el día de hoy. Pero nunca hay que decir nunca sobre nada"
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