lunes, 19 de septiembre de 2016

Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay; “Para vivir no se precisa tantas cosas, es bueno vivir liviano de equipaje”


SANTO DOMINGO. Cuando iba en el avión pensaba en Pepe Mujica. Ya antes de salir había intentado a través de Álvaro Delgado, senador de Uruguay, conseguir que el ex presidente me diera unos minutos para hacerle una entrevista.

En el avión me tocó al lado su amigo Luis Sanquineti y le hice la misma petición. La noche en que me presenté en Picos Pardos en el Museo del Carnaval, contando cuentos, el asador de la parrilla me presentó una amiga que, según ella, era del Frente Amplio, su partido, y también podría conseguirme la entrevista. Tuve la sensación de que todos los uruguayos eran amigos del líder cuya historia y modo de vida habían impactado al mundo.

Último día en Montevideo y estoy sentado en un bar frente al teatro Solís, me impresiona el silencio de esta ciudad. Pido una copa de vino blanco a la camarera para matar el tiempo. Han pasado diez días, me voy mañana, y nada de Mujica, siento una discreta desolación, cuando suena el celular

- Soy Álvaro. Mujica te espera- escucho.

- ¿Dónde estás?

- Frente al teatro. - No me deja terminar- Toma un taxi y ven al parlamento, su secretaria te estará esperando. - Dejo el vino, pago rápido, y me monto en el primer taxi que encuentro.

- Viejo Parlamento, le digo al conductor

- ¿Por cual puerta? me pregunta.

- Miramos y la encontramos. Estoy ligeramente nervioso.

Hace un frío espantoso, los huesos congelados y el corazón acelerado.

-Su cédula por favor, - la entrego- ¿Es usted periodista? ¿De dónde? - Diario Libre de Santo Domingo.

El edificio del parlamento es impresionante, todo mármol, y elegancia; imponentes vitrales milaneses. Paso pasillos y más pasillos hasta que llego a la antesala del salón de reuniones del congreso. ¡Espere aquí!- me dice educadamente un funcionario - alguien vendrá por usted.

Me siento, reviso mi grabadora, mis notas, y una señora más educada todavía me dice: Mujica salió a almorzar.

Todo el mundo lo trata de tú, es el amigo, el vecino, el del Volkswagen del 87, el que vive en La Chacra.

Llamo al senador amigo, ¡espera ahí! me contesta, y en unos segundos me recoge y me lleva a su despacho a hacer tiempo. La secretaria del ex presidente promete recogerme cuando regrese su jefe. Siento el frío en las manos aunque hay calefacción, ha de ser por los nervios.

¡Ya llegó! - escucho su voz desde la puerta,- lo espera en el otro edificio, el nuevo.

Bajamos o subimos por un ascensor. Este túnel...-me dice ella-, fue construido para comunicar los dos edificios, es muy peligroso caminar por la calle con los expedientes. El nuevo parlamento es todo lo contrario al viejo.

Luego de atravesar un largo pasillo decorado por cuadros de pintores uruguayos, algunos muy buenos y fotos de la construcción del túnel, (todo esto lo sé porque la secretaria cual guía turística no para de hablar contando todos los detalles) subimos de nuevo en un ascensor, nos topamos con un largo salón de sesiones donde el ex tupamaro me espera.

Al verlo siento un cariño extraño. Tiene 82 años, diez más que yo, cara de bonachón, mirada de hombre sabio y sagaz, sus ojos pequeños, pelo revuelto. Lo siento dispuesto a contestar todas las preguntas a pesar de la agitada agenda de su día. Aunque está cansado lo disimula

- Me dijo la secretaria que ha tenido una larga sesión en el Senado y que continúa con otras más.

¡Sentate ahí!- me dice.

Estamos rodeados de funcionarios que hablan en voz alta, mujeres que se cuentan historias, no es el lugar apropiado pero no me atrevo a exigir más. Pepe, sentado, me señala con la boca un asiento a su lado. Le doy la mano le explico quién soy y sin más, hago abstracción del mundo que me rodea y comienzo a hacerle mis preguntas.

P.- ¿Ha podido hacer todo lo que soñabas? -disparo

Me mira, unos segundos en los que asume la situación de entrevistado y con una lentitud impresionante me contesta

R. -No. Los seres humanos tenemos mucha más capacidad de soñar de imaginar y esperanzarnos de lo que podemos hacer

P.- ¿Que es para usted la patria, Uruguay?

R. - La patria es el lugar donde nacimos, al cual estamos vinculados por nosotros, no es mejor ni peor, es lo nuestro. En realidad la queremos porquee es nuestra representación elemental de la vida. De algún lugar somos, tienen razón lo que los griegos decían, y eso nos crea una identidad, y aparte de la identidad subjetiva profunda sobre la cual vamos construyendo nuestra personalidad. Pero no es un juicio de valor es más que nada un sentimiento.

P. - ¿Donde está ahora la izquierda?

R. -La izquierda está sometida a una pieza histórica...hizo un cambio civilizatorio y seguramente erró el camino y en este momento está entretenida tratando de distribuir y de tapar las peores vergüenzas del capitalismo y no lo puede superar. Lo trata de remendar. Porque superarlo es generar otra cultura y hasta ahora las culturas que conocemos son inmanentes son producto del devenir histórico no son una construcción consciente del hombre, y seguramente el advenimiento de sociedades de carácter socialista requiere que un proceso cultural muy fuerte que, -aclaró - yo no creo que sea posible crear socialismo en pequeños países frívolos, semi-analfabetos y embrutecidos por la tontería de los medios contemporáneas de comunicación. Se requiere de sociedades bastantes ricas y muy calificadas del punto de vista de formación terciaria sobre todo en su gente joven. No quiere decir que por ser rico y tener mucha universidad vas a ser mejor, quiere decir que es imposible ser mejor si no tiene ese basamento, que es distinto.

Entonces, bueno, ese intento de crear este socialismo en pequeños países aislados en un mundo globalizado es muy bonito, pero esa película ya la vimos.

P. - ¿Qué ha sacado de las experiencias vividas?

R. - Lo más importante es que la vida es hermosa y no se puede sacrificar la coyuntura de lo que está viviendo la gente por una hipótesis de futuro. Hay que pelear para que la gente hoy, concreta y real que convive con nosotros pueda vivir lo mejor posible. Eso quiere decir que no se puede sacrificar el hoy por un mañana mejor

P. -Un guerrillero es quien lucha... ¿por qué?

R. - Porque no lo agarren, lo primero. Lo primero es eso. Consciente de su debilidad es consciente de que tiene que aprender a eludir

P. - ¿A eludir ?

R. -Sí. Y dar batalla cuando le conviene a él y no cuando le conviene a los otros

P. - ¿Cambian los ideales cuando se llega al poder?

R.- Cambian las circunstancias no los ideales; los ideales son los mismos. El problema es que uno tiene que tranzar frecuentemente con problemas de la realidad vigente que no los puede superar y que los tiene que tratar de utilizar para amortiguar, lo menor que puedan tener de negativo. Por ejemplo, uno sabe que cuando le vienen a hacer una inversión desde afuera, tiene para ganar más plata de la que ganaría en su medio, pero uno tiene que darle necesidad de trabajo a la gente que lo está rodeando. No le puede decir..., a veces le tiene que dar condiciones de trabajo mejores hasta mejores de las que están porque si no le da trabajo a los que están sin trabajo, y uno sabe perfectamente que con eso está contribuyendo a concentrar la riqueza, no es que le guste es que la realidad a veces es cruel...

P.- ¿A estas alturas de su vida qué le asombra?

R. -Me asombra que siempre nace gente que quiere un mundo mejor. Lo veo en los pisos de las universidades, en el mundo entero, tanto en Japón como en Alemania como en Brasil como en México como en Turquía. Hay gente que tiene inquietudes de mejorar el mundo en que vive y me parece maravilloso

P. - ¿Qué responsabilidad implica ser líder? ¿A qué renuncia?

R. Creo que es un paso arriba de la libertad porque como se ha vivido bastante complicadamente, se han aprendido algunas cosas, y la vida nos da autoridad para poderlas decir y esa autoridad abre credibilidad en la gente que nos escucha. Es en definitiva pretender vivir más allá de nuestro tiempo real, es transmitir algunas cosas que queden flotando en la cabeza de gente que va a seguir en la vida y en la lucha

P.- ¿Cómo presidente de un país, pudo resolver todos sus problemas?

R.- ¡No, qué va! Remendé algunos a cuenta de generar otros. Nunca tocamos el cielo con la mano; avanzamos, subimos en una escalera, pero esta escalera es infinita, nunca estarán los problemas terminados; nunca llegaremos al paraíso de la sociedad perfecta, por suerte, porque está construida por hombres y los hombres somos, la naturaleza nos hace diferentes, nos hace conflictivos, pero a su vez necesitamos sociedad porque no podemos vivir solos y el papel de la política es conciliar las contradicciones para que exista sociedad. La sociedad es la madre de la civilización, y la civilización es la herencia mayor que hemos recibido

En realidad, conscientes o no, nosotros también trabajamos por ayudar y construir un pedacito de civilización que le quede al género humano como aporte cuando nos vayamos. Pero nunca será todo, ni lo suficiente

P. - ¿Aprendió algo de ser presidente de Uruguay?

R. - Sí, que no hay que aplastar, que hay que tratar de convencer y que aquello que no está maduro hay que tener paciencia y esperar y ayudar a que madure, porque si no, salen abortos.

P. - ¿Cree que la mezcla de sangres, vasca e italiana tiene que ver en su personalidad campechana?

R. (Me interrumpe) Yo soy un enamorado del mestizaje. Las razas puras son un engendro peligrosísimo. Cuando más mezclado mucho mejor. Porque la historia del hombre y por eso, le tengo mucho que agradecer al país vasco, a Italia, a los inmigrantes, tal vez en algún rescoldo a los indígenas de América que en el fondo son una especie de mensaje asiático hiperbólico verdad? Me llevo sorpresas... he visto fotos, algunas viejas fotos, comunidades de Siberia, y del corazón de Asia, de pueblos primitivos que fueron aplastados por los cosacos, los cosacos en la invasión de Europa sobre Asia, pero allí había pueblos que son la cosa más parecida a los indígenas de América; tenían hasta chamanes, ya ve que el mundo ha sido...

Cierro la puerta. Unas mujeres hablan muy alto y me desespero, no me puedo concentrar.

P. - Ser tupamaro, ¿orgullo o equivocación?

R. - No, fue una definición histórica de un momento y una etapa de la década del sesenta, en otro mundo en otra realidad. No se puede renegar de lo que se fue, ni tampoco uno se puede quedar aferrado lo que quedó de fértil de permanente es la preocupación social por la creación, por ayudar a crear un mundo más justo y con menos diferencias. Pero aquel era un camino donde había una guerra fría, y había muchas cosas que han desaparecido. Es lógico que nosotros cambiemos, pero no cambiamos de rumbo, cambiamos de camino. El rumbo es el mismo

P. – Herido de seis balas, apresado cuatro veces, 15 años preso al borde de ser ejecutado, ¿qué ha sacado de todo esto?

R. Que la vida es hermosa y que es un milagro y que hay ciertos factores de suerte que también juegan en la partida. No quiero decir que la vida es azar pero tampoco se entiende sin el azar y entonces siento que la vida es hermosa y me rebelo frente a ese flagelo contemporáneo que es el suicidio, que nos está costando más muertes que todas las guerras juntas; de gente que se suicida en el mundo de hoy. Hay que pelear por tenerle amor a la vida, ser coherente con nuestras tripas. La biología nos hace que peleemos y luchemos por la vida con un milagro, el suicidarse es un contrasentido de la biología. No pienso que pueda existir derrota que justifique perder el coraje de tratar de volver a empezar y tratar de levantarse

P. - Tengo entendido que donó el 90 por ciento de su sueldo a los más necesitados...

R. - Fue todo un plan mientras fui presidente, ahora estoy metido en otro plan parecido de construir una escuela industrial y después tal vez me retire

P. ¿Qué le recomendaría usted a los jóvenes?

R.Aprender a tener una conducta sobria y un freno acá ( y se señala la cabeza) en la cabeza, es decir para vivir no se precisa tantas cosas, es bueno vivir liviano de equipaje. Al guerrillero, tal vez en el monte y en el campo le faltan muchas cosas, pero si por ponerle muchas cosas llega a tener demasiados kilos en la mochila no puede caminar. Lo que importa es poder caminar . En la vida si andamos con demasiadas cosas se nos va el tiempo cuidando las cosas y lo fundamental es tener tiempo para vivir. Por eso creo que hay que procurar tener una vida sobria que no es igual a la pobreza, sobria significa eso, no dedicar la vida a pagar cuentas.

Lo miro, alrededor ya comienzan a rodearnos, ha crecido el número de personas en la sala, otra reunión comienza, agradezco

Una última pregunta.

P. - ¿Cultiva flores, verdad?

R. - Sí- contesta sorprendido por la pregunta y sonríe.

¡Gracias hermano!- me dice

Me pongo de pie, le doy un abrazo y un beso.