domingo, 24 de julio de 2016

Conoce la historia de Hiroo Onoda el soldado japonés que no sabía que la guerra había terminado.


Imagina estar más de 20 años peleando una guerra terminada hace tiempo. Esto fue lo que le sucedió a Hiroo Onoda, un soldado japonés que no sabía que Japón se había rendido hacía casi 30 años. Todo sucedió debido a su genial habilidad para esconderse y evadir los peligros, como te contaré ahora.

En 1944 Onoda fue enviado a Lubang, Filipinas, para espiar a las fuerzas norteamericanas. Allí los aliados vencieron a Japón, pero Onoda era tan bueno escondiéndose que nunca fue encontrado. A pesar de que la mayoría de las tropas japonesas ya habían perdido o se habían rendido, el siguió escondido con un grupo de soldados, haciendo caso omiso de los mensajes que decían que la guerra había terminado.

La razón por la que Onoda rechazaba los mensajes es que no creía que fueran ciertos, dado que había pasado poco tiempo y confiaba en la victoria de su país. Hay que tener en cuenta que en ese momento no tenían idea de los incidentes con las bombas de Hiroshima y Nagasaki, algo que sin dudas los hubiera hecho cambiar de opinión.

Durante los 29 años que estuvo escondido sobrevivió a base de alimentos encontrados en el bosque y robados a granjeros. Por diferentes circunstancias fue perdiendo a sus compañeros hasta quedar solo. Recién en 1974 lo persuadieron de que se rindiera y dejara el lugar. Su comandante fue hasta allí y lo liberó de sus deberes militares.

Para Onoda lo importante era seguir las órdenes, que específicamente decían que no debía morir, sino llevar adelante la guerrilla. Intentando cumplir este cometido hizo lo posible por permanecer oculto.

Su regreso al mundo en 1974 fue extraño, como si una figura histórica resucitara en la modernidad, habiéndose perdido todos los avances de los últimos 30 años. Pero no todo terminó bien, sino que Onoda había matado a muchas personas en Filipinas y esto le trajo algunos problemas. Si bien el gobernador lo perdonó, los familiares de las víctimas exigieron una compensación.

Luego de su regreso se fue a vivir a Brasil, debido a que no entendía demasiado los cambios en el mundo y quería estar tranquilo. Sin embargo, en 1984 estableció una organización para entrenar a jóvenes japoneses en la supervivencia que él aprendió en Lubang. Falleció en el 2014 a los 91 años de edad.