La palabra atrocidad le resulta insuficiente a la abuela del joven que lincharon el pasado miércoles en una comunidad de Punta en Villa Mella, para describir lo que le hicieron a su nieto e hijo de crianza, Germe Jiménez Martínez, quien en diciembre próximo cumpliría 17 años.
María Martínez Arcángel es una señora de 72 años, quien negó que su nieto fuera un delincuente, como se ha dicho.
Entre lágrimas, narra que su familia “es pobre, pero no ladrona”. “Yo tengo siete hijo y él es un nieto mío que yo lo crié. El vendía plátanos y frutas en una guagua, en distintas partes.”
Dice que ha preferido no ver el video que ha circulado en medios de comunicación. Y, aunque dice que está destrozada por la forma tan “atroz e inhumana” en que lincharon a su nieto, pide que sea la justicia humana y la divina la que juzgue la actuación de los verdugos de su pariente.
“Yo no los quiero ver más nunca en la calle, que no hagan como siempre hace la justicia de aquí, que es una justicia podrida”, sostuvo Martínez Arcángel.
Definió como delincuentes y vandálicos a los que participaron en el linchamiento de Germe Jiménez Martínez.
Exigió a los que están crucificando a la víctima indagar sobre su historial delictivo que debería tener si era delincuente como se ha dicho, “Tiene que estar en alguna lista de la Policía, si ha estado preso”.
Dijo que la historia de sus siete hijos es de personas honestas y trabajadoras.
Wilfredo Jiménez, de 47 años, es tío de la víctima, y reconoce que su sobrino “hace alrededor de 15 días se estaba juntando con unos muchachos que no eran de buena reputación”.
Cuenta que en esos días se “consiguió una noviecita, que vive en el barrio el Licey de Punta, y esa joven tiene unos hermanos que sí son delincuentes. Y yo supe que esos muchachos se robaron un motor y a él lo mandaron a buscar el motor que estaba en un lugar”.
Según el tío del joven, cuando él iba a buscar el motor robado, se encuentra con “unos desaprensivos” y es el mismo joven linchado quien le preguntó que si buscaban algo. “Le responden que “un motor que nos robaron”. Y la víctima les dice: pues, miren a ver si es uno que está ahí. Y, al ver que el motor estaba donde le dijo el joven, uno dijo: “Agárralo, no lo dejen ir, que él sabe de eso”.
Sigue contando su tío que, al verse acorralado, el joven logró soltársele y salió huyendo. Pero fue alcanzado por el “grupo de muchachos” y lo montaron en un motor y lo llevaron al lugar donde, después de golpearlo, darle algunas puñaladas, atarlo de pies y manos, le rosearon gasolina y le prendieron fuego.
Wilfredo dijo que la noche del jueves debió acudir al médico porque la intranquilidad emocional es tan grande que no podía dormir, que sentía que le faltaba el aire.
“¿Quiénes son ellos para cometer una atrocidad así? Si él hurtó de un motor es grave, peor es lo que ellos hicieron”.
En el lugar donde fue linchado el joven, que según su familia en diciembre cumpliría 17 años, solo queda unos ocho guantes de látex usados por los paramédicos del Sistema de Emergencias 911 que acudieron en su auxilio luego de una llamada que realizó una persona de la comunidad.
Juan José Soriano es uno de los primeros que dice llegó al lugar del linchamiento cuando supo la noticia, una zona apartada del barrio el Licey donde fue atrapada la víctima.
Soriano dice que esa acción fue “absolutamente innecesaria e inhumana”.