lunes, 24 de agosto de 2015

RICARDO ARJONA en un viaje musical de emociones.


Cuando Margarita Pérez hizo con su cédula de identidad un letrero, quizás no imaginó que el método sería totalmente efectivo y que la noche del sábado se haría realidad su sueño de abrazar, sentarse en las piernas y hasta besar a su ídolo Ricardo Arjona.

“Estoy soltera, tengo 43, mi hijo no está aquí y ando sola”, fueron las preguntas que la santiaguera respondió al cantante al llegar al escenario, pues tras una larga búsqueda entre señas, súplicas y letreros de fanáticas de todas las edades, Arjona parecía divertirse con las cosas que leía.

La breve charla entre el guatemalteco y su “dominicana de las cuatro décadas” fue fuera de los micrófonos, pero ella narró a la prensa local su experiencia, envidiada por miles de mujeres con el mismo deseo, presentes en el Palacio de los Deportes.

Montaje
Una estación de tren fue el escenario en el que hizo una parada para presentar a República Dominicana su “Viaje Tour”, y entre escaleras, bancos, maletas y faroles llegaron los músicos del intérprete de “Olvidarte” para recibirlo.

Desde lo alto de la estructura, un sonriente Arjona apareció en su peculiar “bicicleta de cuatro ruedas y tres altoparlantes”, como le llamó, en la cual no solo recorre Latinoamérica, sino que, dice, va a la luna.

Pese a que la algarabía y la mala acústica del lugar dificultaban apreciar perfecto lo que Arjona cantaba, el intérprete de 51 años no dio tregua y tras cinco canciones agarró su maleta, la puso al pie del escenario y se sentó en ella para dar saludar a un público rendido a sus pies.

Un repertorio de 20 canciones completas, un mix con cuatro y tres que fueron pedidas por el público cuando el cantante se dispuso a complacer peticiones, es lo que “el flaco”, como es también conocido, traía en su equipaje: una maleta llena de éxitos.

Elementos
Sin duda alguna, Ricardo Arjona hace honor al nombre de su gira. El cantante viajó por toda su trayectoria con cada canción que interpretó. En cada uno de los éxitos que llevó al escenario del Palacio de los Deportes portaba un elemento que diferenciaba la siguiente de la anterior.

Tocar su guitarra bajo la luz de un farol, un sillón para sentarse con ‘su señora’, burbujas, lámparas de mano, aparecer simulando manejar un taxi o subido en el techo de un tren, fueron algunos de los elementos que utilizó el guatemalteco para darle vida propia y diferente a cada interpretación.

Una maleta de canciones
Ricardo Arjona no es conocido precisamente por hablar mucho. Sin embargo, no faltaron anécdotas ni metáforas al introducir una que otra canción.

Mientras cantaba “Desnuda”, una fanática lanzó una prenda de vestir interior color negra, la cual recogió, limitándose a sonreír. Sin embargo, al momento de bajarse de su taxi para finalizar la canción que grabó en el año 1994, decidió personalizarla para el público que tenía allí presente.

“Hoy vamos a cambiarlo, no siempre tiene que ser rubia. Y la morena para el taxi siempre a las 10 en el mismo lugar”, dijo, provocando más gritos que los que ya había inspirado.

Momento especial
Otro de los momentos que hizo enloquecer aún más a la fanaticada se produjo cuando Arjona  se sentó en un banco a la izquierda de la escenografía e invitó a Niuver Navarro, su corista, para dar demostraciones de cómo se comporta una pareja con el paso de los años. Así introdujo el flaco “Cavernícolas”, “la canción triste de la parejas supuestamente felices”.

El primer verso fue suficiente para que el público enloqueciera tanto que él se detuvo, sonriente: “Esto es lo que me encanta del Caribe”. Y volvió a empezar.

En escena
Arjona no paraba de moverse, caminar y hasta correr, de un extremo al otro del escenario; no dio tiempo a que la audiencia saliera de su euforia y emoción cantando un disco tras otro. En un momento se hizo de rogar y dejó al público pedir más.

Con Navarro sentada en una cama, y él de pie, recostado del espaldar de hierro, regresó a cantar “Fuiste tú”. En más de una ocasión, Arjona se sentó en su maleta, puso el micrófono en el piso y se dispuso a escuchar maravillado a un público dominicano que no tenía ganas de parar.

“Vamos a olvidarnos de la producción y todo. Si algo falta por cantar, manifiéstenlo”, fueron las palabras que más gustaron. Sentado al pie de la tarima, Arjona trataba de entender lo que las fanáticas le pedían, entre lo que logró descifrar “Tu reputación” y “Realmente no estoy tan solo”.

Arjona no desperdició un segundo de las dos horas y cinco minutos que duró en el escenario.  Sus cambios de ropa de camisa le tomaban menos de un minuto y su energía parecía alimentarse del entusiasmo y la satisfacción de los presentes.

“Mujeres” y “Minutos”, dos éxitos de 1993 y 2002 respectivamente, completaron la travesía de Ricardo Arjona.

Un simple “gracias Santo Domingo”, fue suficiente para entristecer a la audiencia. Agarró la maleta en la que lleva consigo sus éxitos y se subió al tren para continuar su viaje.

La próxima parada, y tercera aquí: el viernes 28 de agosto en el mismo Palacio de los Deportes, como parte de la plataforma “Verano Presidente”.

LOS LETREROS PARA ARJONA
Ricardo Arjona ha creado una tradición en cada presentación subiendo una cuarentona al escenario. Una manera de ayudarlo a elegir que tienen las fanáticas es llevando letreros visibles para el artista.

En esta ocasión no fue diferente, se podían leer “Adóptame“, “Desde Pensilvania traigo la señora de cuatro décadas“, “tengo 43“, “Olvídate de que me faltan 10“, “No puedo esperar nueve más“, “Soy tu señora de las cuatro décadas“, “De aquí a la luna en bicicleta“, “Ocupación: Señora de las cuatro décadas de Arjona“, “Sube a esta 10 años menor“, “Qué es lo que tengo que hacer Arjona, para ver si se enamora“, entre otros.

Sin duda, la idea de llevar un documento de identidad del tamaño de un cartel fue la más sobresaliente. En su mayoría, con infomaciones editadas y fotos posadas.

Sin embargo, la santiaguera Margarita Pérez prefirió no arriesgarse y llevar su cédula tal cual, y por si las dudas, tenía su documento de identidad original consigo al momento de ser llevada a la tarima.