viernes, 7 de agosto de 2015

Manos latinas construyen la silla papal para su visita a Nueva York.


NUEVA YORK - En una improvisada carpintería a la sombra de un nogal repleto de frutos en Port Chester, tres jornaleros hispanos fabrican la silla de madera de roble que usará el Papa Francisco en su visita a Nueva York en septiembre.
El emblemático mueble, en acabados sencillos como la misma personalidad del Sumo Pontífice, será el sitio de descanso del Santo Padre en la misa que se oficiará en el Madison Square Garden.
Entre martillos y serruchos, el dominicano Fausto Hernández, el mexicano Héctor Rojas y el nicaragüense Francisco Santamaría, siguen escrupulosamente las instrucciones del hermano Sal Sammarco, de la congregación salesiana, quien no habla español.

“La fe rompe las barreras del idioma”, dijo Sammarco, un experimentado carpintero. “Fausto tiene un mejor nivel de inglés y traduce por mí, pero en realidad nos hablamos con el espíritu”.
Una Virgen de Guadalupe adornada con flores coloridas a la entrada de la improvisada carpintería, en un garaje de color blanco, dio la bienvenida al cardenal Timothy M. Dolan, quien ruborizado por el calor de la tarde llegó este jueves a la carpintería, donde expresó su alegría de conocer a los carpinteros latinos.
“Ustedes hacen un magnífico trabajo”, manifestó sonriendo, mientras palmeaba la espalda del mexicano Gonzalo Cruz, organizador del Centro Comunitario Don Bosco. “Los trabajadores latinos representan el trabajo duro, la humildad y el talento para crear, son los ideales para hacer esta obra”.

Sammarco es el responsable del proyecto y solicitó a San José, patrono de los carpinteros, que el Papa Francisco quede satisfecho con la silla de diseño sencillo y detalles en color caoba.
“Mi segundo nombre es José, como el esposo de María. Mis padres se adelantaron a mi oficio al bautizarme”, relató Francisco Santamaría, quien emigró de Managua hace 22 años. “Le pedí a San José que deposite sus bendiciones en mis manos para trabajar la madera como un maestro”.
La ayuda divina sería poca, pues el nicaragüense se dedica a la carpintería desde la infancia. A los 14 años dejó la escuela para aprender el oficio del hijo de Dios.