lunes, 1 de septiembre de 2014

El mayor de 2 hermanos ahogados el sábado tomaba la llave del candado de la cisterna.


Un biberón en el desayunador y unas sandalias en el amplio patio, indicaban la presencia de niños pequeños que podrían aparecer por cualquier lugar. Pero lejos de una casa llena de risas, en el hogar del  Edward Manuel y  Antoni Tamares Pacheco se escuchaban gritos de dolor. Los presentes allí, esperaban los cuerpos de los dos hermanitos para  velarlos.
El desconcierto acompañado de una honda tristeza es el panorama que reina en la casa de los niños de dos y cinco años, cuyos cadáveres fueron encontrados la tarde del sábado sumergidos en una cisterna, ubicada en el sector el Dajao, en La Victoria.
El abuelo paterno de Edward Manuel, Alberto Pacheco, lamentó el hecho y dijo que su nieto era un niño muy activo, inteligente y simpático. Sostuvo que en otras ocasiones había tomado la llave de la cisterna y que estaba acostumbrado a bañarse cerca del aljibe.  Esa parece ser la explicación de que  los niños  cayeran hasta el depósito de agua, que está paralelo al lado derecho de la vivienda, el cual aseguraron, permanecía con candado.
También la tía de la madre de los pequeños, Charlenis Fragoso, presume que el niño más grande tomó la llave y abrió la cisterna, sin saber para qué, y ambos cayeron dentro. Recuerda a sus sobrinos como unos niños muy juguetones y alegres. 
Según la versión de la Policía, los niños se encontraban bajo el cuidado de una joven identificada como Anabel, prima de la madre. No obstante, esta pariente vive a varios metros de la residencia de los Ortega. Sobre la tragedia, Josefina, la mamá de Anabel, reveló que con frecuencia los vecinos del patio, en especial ella y su hija, estaban impuestos a “echarle la vista” a los menores, cuando su madre tenía que salir o trabajar.

“Mi hija todas las tardes los acostaba a dormir.  Iba y los veía y volvía para acá. Después, ellos se levantaron más temprano. La mamá aquí no le pagaba a nadie, todo el mundo se los miraba, se los cuidaba.  El sábado,  mi hija fue, ellos estaban durmiendo, volvió para acá. Cuando el abuelo llegó, echó de menos que ellos no salieron, se destapó la cisterna y encontró los niños ahí”, narró la mujer.
En tanto, la madre de los infantes, Ana Rosa Ortega Acosta, de 23 años, quien supuestamente estaba laborando como doméstica al momento del hecho, y su actual pareja el padre de Antoni, rehusaron dar declaraciones a la prensa.
Los menores fueron encontrados por el abuelo materno, Santiago Ortega, quien  vivía en la vivienda con su hija, la pareja de ella y sus nietos. A la madre le sobrevive una niña de seis meses.