jueves, 10 de abril de 2014

Estados Unidos ejecutó con inyección letal al mexicano Ramiro Hernández Llanas.


El estado de Texas ejecutó, este miércoles, al mexicano Ramiro Hernández Llanas, un caso que ha sido objeto de un largo e infructuoso litigio judicial con vistas a su revisión. La defensa había apelado, sin éxito, a su discapacidad intelectual, al incumplimiento parcial de sus derechos como ciudadano extranjero y, en las últimas semanas, al cambio de proveedor de los fármacos para la inyección letal en Texas.
La Justicia declaró culpable a Hernández Llanas en febrero de 2000 por la muerte, tres años antes, de un hombre para el que trabajaba y la violación repetida de la esposa de éste, según figura en la ficha del Departamento de Justicia Criminal de Texas.
Las abogadas defensoras han alegado que el jurado que lo condenó no tuvo en cuenta “las condiciones extraordinariamente duras en las que creció” en Nuevo Laredo, norte de México. “Creció en una pobreza inimaginable para la mayoría de las personas que se sentaban en su jurado”, justifican las letradas. Se refieren a una choza hecha de cartón y chatarra, sin electricidad ni agua corriente.
“Comió de la basura, trabajó desde los cuatro años, fue expuesto a productos químicos tóxicos”, prosiguen en sus escritos. “Sus padres lo golpearon sin piedad. Nadie le ayudó a aprender”.
Ramiro tiene ocho hermanos y seis de ellos lo visitaron en los últimos días antes de la ejecución. Algunos viven en Estados Unidos y otros, en México. “Estos días hemos estado conviviendo juntos, llorando, riendo, compartiendo lo que él nos ha transmitido”, dijo una de las hermanas, Adelita.
“Su deseo es volver a su casa, de donde salió, volver a Nuevo Laredo. Esperamos que se haga realidad su sueño y descanse al lado de mi padre, que lo está esperando”, explicó.
En 1989, fue acusado de un homicidio en Nuevo Laredo y sentenciado a 25 años de cárcel. De acuerdo con su familia, Ramiro fue duramente golpeado y abusado durante su estancia en la prisión.
Según las autoridades estadounidenses, cruzó la frontera en 1996 tras haberse fugado de la cárcel en México. Otras versiones sostienen que recuperó su libertad y decidió cruzar en forma indocumentada a EEUU para trabajar y ayudar a su madre.
Hernández se estableció en la comunidad de Kerrville, al noroeste de San Antonio, donde consiguió trabajo ayudando al ranchero y profesor universitario Glen Lich.
Lich era una persona reconocida y admirada en Kerrville, que sabía leer siete idiomas y hablaba tres, y que además de administrar un rancho se desempeñaba como profesor en el Colegio Schreiner y en la Universidad de Baylor.
Hernández, a quien Lich apodaba “El Toro”, estableció contacto con el ranchero y profesor universitario por primera vez en julio de 1997, cuando durante tres semanas ayudó a un carpintero para hacer reparaciones alrededor de la propiedad.
En octubre de ese año Hernández Llanas llamó a Lich en busca de trabajo y éste accedió a dejarlo vivir en una cabaña en su propiedad a cambio de ayuda. Unos 10 días después, la noche del 14 de octubre de 1997, tocó a la puerta de su patrón con pretexto de una emergencia y éste salió a ver qué sucedía.
De acuerdo con las investigaciones, Hernández sorprendió a Lich golpeándolo con una varilla de fierro hasta causarle la muerte. La policía lo detuvo pocas horas después.
El mexicano fue declarado culpable de homicidio capital y sentenciado a la pena de muerte en el año 2000.

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