viernes, 4 de noviembre de 2016
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Haití recurre a recursos locales debido a insuficiente ayuda externa después del huracán.
By El Golden Boy 5:48:00
Las agencias de ayuda intentan evitar los errores cometidos después de la devastación del terremoto de 2010.
Cuando le preguntas a cualquier habitante del pueblo agrícola de subsistencia de Baradères — devastado por el recorrido del huracán Matthew a través del sur de Haití — cómo van a reconstruir sus vidas, la respuesta en el dialecto local es la misma: “Bondye konnen”, o “sólo Dios sabe”.
Un río color pardo corre por lo que era la calle principal del pueblo, pasando por un puente roto y una pila de escombros donde alguna vez estuvieron cinco casas. Hay un techo de hojalata en el piso, lo único que quedó de una casa aplastada por la tormenta más feroz en Haití en medio siglo, la cual impactó la nación más pobre del Caribe hace un mes, devastando el exuberante paisaje de un solo golpe. Peor aún, el ganado y los cultivos como el arroz, el plátano y el coco de los cuales depende la isla han sido erradicados.
Haití es el país más pobre en el hemisferio occidental, que depende de US$2.2 mil millones en las remesas procedentes de su diáspora, que constituyen el doble del conjunto de exportaciones y la inversión extranjera directa. Más de 20 por ciento del presupuesto anual del gobierno proviene de la ayuda externa o del apoyo presupuestario directo.
Matthew es la última catástrofe en impactar una nación que aún no se ha recuperado del terremoto de 2010 que mató a 200,000 personas, que aplastó a la capital, Puerto-Príncipe y que causó daños y pérdidas de US$8 mil millones, equivalente a cerca de 120 por ciento del producto interno bruto.
A pesar de un compromiso global de gastar US$9 mil millones para “realizar una mejor reconstrucción” después del terremoto, algunas agencias de ayuda han enfrentado críticas por los deficientes resultados de sus programas de reconstrucción, conforme los fondos han sido absorbidos por las burocracias de las organizaciones mismas y también ha habido alegatos de que las agencias han utilizado a compañías extranjeras en lugar de usar organizaciones haitianas, lo cual pudiera haber reavivado la economía.
Nadie quiere repetir esa experiencia. Pero conforme se organizan las agencias de ayuda, algunos en las áreas necesitadas se sienten ignorados. Un convoy de socorro ha sido saqueado y los habitantes dicen que en algunas áreas los residentes han sufrido robos después de hacer cola para recibir raciones.
Maarten Boute, director de Digicel, el principal operador de telecomunicaciones en Haití y un empresario prominente, es uno de los que están pidiendo un nuevo enfoque. Él argumenta que la mejor manera de ayudar a Haití es utilizar recursos de ayuda locales, comprar las exportaciones de Haití y generar inversiones y turismo.
Matthew debería suscitar una “revisión de toda la industria de asistencia” para asegurar un enfoque más claro para implementar proyectos productivos con los socios haitianos, argumenta el Sr. Boute. Un proyecto se destaca como un sueño descarrilado. El parque industrial Caracol, el cual había sido planificado para impulsar la industria textil después de 2010, no ha dado los resultados esperados con respecto a la creación de empleos, y los campesinos que sacrificaron sus tierras por el proyecto se han quejado de que no fueron adecuadamente remunerados.
Hasta el momento se han comprometido fondos de cerca de US$40 millones para implementar la reconstrucción de la isla, bajo una solicitud de las Naciones Unidas de US$119 millones. Pero la idea de una reconstrucción parece increíblemente prematura en las aisladas comunidades rurales como Baradères.
Jocelerme Privert, el presidente interino hasta que se lleven a cabo las elecciones el 20 de noviembre, sí visitó el pueblo después del huracán, con 333 kits de alimentos de emergencia y otra ayuda de Colombia. Pero los habitantes dicen que es muy poco para la comunidad de 52,000 personas. Aunque los residentes reconocen que las agencias de ayuda se están enfocando en áreas más afectadas, como el pueblo de Jérémie en la costa sur y el pueblo portuario, Les Cayes, dicen que la falta de carreteras ha empeorado la situación. “Nos sentimos aislados y abandonados”, dice Madsen Cadet, una maestra en la escuela local.
En ausencia de ayuda externa significativa un mes después del huracán, las comunidades a través del país están valiéndose por sí mismas. En Baradères, los residentes han alojado a sus vecinos y están compartiendo sus escasos alimentos.
Lysius Kedna no planea permanecer en su pueblo durante mucho tiempo. Mientras lava sábanas en el agua turbia, la mujer de 25 años de edad está contando los días que quedan antes de partir para la capital para continuar sus estudios. “No tenemos una casa o comida — todo está destrozado”, dice. “No queda ninguna razón para vivir aquí”.
Es muy probable que el huracán provoque el éxodo de personas como la Sra. Kedna de las áreas rurales, excediendo la capacidad de Puerto-Príncipe y añadiendo mayores retos a los ya existentes. Más de la mitad de la población de Haití tiene menos de 24 años de edad y el Banco Mundial estima que 58 por ciento de los habitantes viven por debajo del umbral de pobreza, y miles subsisten en las precarias ciudades carpa años después del terremoto.
En un país asolado por la corrupción, el gobierno está estableciendo una organización para centralizar el programa de reconstrucción en un esfuerzo por mejorar la coordinación. Pero en Baradères, Dieu Mondésir está valiéndose por sí mismo. Se levanta temprano para martillar chatarra en un techo para albergar a su familia. Cubrió el costo de los clavos con unas astillas de caña de azúcar que tenía guardadas.
Pero el sufrimiento de su vecino Jean Fabien destaca la severidad del reto. El Sr. Fabien también perdió su casa y sus campos además de su cultivo de arroz y cinco vacas, tres puercos y 10 chivos. “Antes del huracán, yo no era rico, pero vivía cómodamente”, dice. “Ahora no tengo nada”.